CULTURA PARA EL AÑO DEL CAMBIO
Guía para poner la ciudad patas arriba
En un año de múltiples procesos electorales que apuntan a una redefinición del panorama político en todos los ámbitos de nuestro país, incluido el local, la cultura tampoco es – ni puede ser – ajena a estos procesos de cambio.
Mientras la creación artística permaneció en la periferia del sistema, su propia marginalidad le garantizaba una cierta autonomía. Pero cuando la metástasis neoliberal le alcanzó de lleno y la incorporó como una mercancía más en el mercado, la cultura pasó a ser subsidiaria de la economía y una prioridad de las políticas públicas que representan a los grandes intereses económicos.
Se pasa así ya, no a defender la cultura por sí misma, por su valor antropológico y constitutivo del ser humano, de su libertad, sino como parte de otras estrategias. En nuestra ciudad esto se ha reflejado en su supeditación a las estrategias turísticas, de venta de “la marca Córdoba”, lo que a su vez se ha traducido, entre otras cosas, en un resalte de los aspectos más tradicionalistas y costumbristas.
Pero por debajo de – o en paralelo a – la industria turística y de sus servidores políticos, existe una evidente resistencia a ese proceso economicista que se refleja en un creciente número de iniciativas grupales, iniciativas que vienen a plantear una nueva acción cultural desde abajo y en red, comprometida con la libertad, con la ciudadanía y con la búsqueda de un modo de vida digno.
Sin embargo, para que la posibilidad de cambio que estos nuevos proyectos culturales de base plantean se materialice, todavía parece necesario que den pasos más allá, los que les permita generar un discurso autónomo y configurar un sujeto capaz de disputar la hegemonía a los poderes hoy dominantes. Esa posibilidad puede estar más cerca de lo que nos imaginamos y, desde luego y en gran medida, depende de nosotr@s mism@s.
Los artículos que siguen señalan en tal dirección.